Siempre he tenido una fascinación por el maquillaje; cuando era chica me encantaba husmear en la bolsita de pinturas de mi mamá; ver como se ponía lipstick era increíble, sobre todo notar el cambio del antes y el después.
Mi primer lipstick rojo fue un Chanel, me lo compró mi mamá a los 17 años, después de horas de rogarle. Claro que para entonces ya tenía una colección de colores, la mayoría de ellos de marcas de super –buenísimos–, pero ninguno tan sofisticado como un Chanel. Sólo lo usaba para salir en la noche.
En mis veintes descubrí el poder de unas cejas bien definidas y con color, así que desde entonces prefiero salir a la calle desnuda antes de hacerlo sin maquillarme las cejas y pintarme la boca.
Hasta la fecha, lo primero que hago antes de comprar un lipstick nuevo es olerlo, me gustan los que huelen rico. Me gusta regalarlos a mis amigas, especialmente colores que creo que se les verán bien.
Un buen lipstick cambia el humor, te hace sentir bonita en un segundo, mejora tu ánimo cuando estás apachurrada. Un lipstick rojo empodera, te hace sentir la más guapa del lugar en el que estás y sube tu autoestima. Nunca he entendido a esas mujeres que no usan ni Chapstick; una vez casi me da un infarto al ver en una boda que la hermana de la novia se fue al magno evento con la cara lavada, ni un toquecito de color en los labios.
Aclaro: no necesitas traer la boca pintada de rojo todo el tiempo, puedes usar colores súper discretos, incluso llevarla en colores nude o casi transparentes. También entiendo perfecto que hay mujeres que confían tanto en su belleza que no usan nada –admirable–, pero como siempre les digo a mis amigas: un poquito de brillo nunca le ha hecho mal a nadie. En general, el maquillaje tiene el poder de hacer que cambies para (muy) bien en tan solo unos minutos.
Tengo alrededor de 50 tonos de lipstick, brillos y bálsamos con color. Está el del diario, el que traigo siempre en la bolsa, el rojo de las ocasiones especiales, el rojo de día, el naranja que me fascina, los rosas claros que suavizan facciones o los intensos para ir a una comida. Tengo de Revlon, de Maybelline, de MAC, de Chanel, de Tom Ford, de L’Oréal, de Bobbi Brown, de Lancôme y hasta del mercado. No es necesario gastarse una fortuna, con dos o tres tonos básicos en marcas que estén dentro de tu presupuesto estás hecha.
Los tonos más hot del momento son ciruelas, rosas en toda su gama y, desde luego, rojos. Pronto tendremos las novedades para primavera, pero eso será más adelante.
Se que en español se le llama bilé o labial, pero –y esto es trauma 100% mío–, esas palabras me parecen cursis, así que prefiero decirle lipstick. ¿Tu cómo le dices?
Espero que este año que empieza descubras, si es que no lo has hecho, el poder de un buen lipstick, uno que te haga ver fantástica. Haz el intento, regálate un color nuevo para empezar este 2015 con muchas ganas y actitud.